NUESTROS ESCRITORES

Santa Cruzada, de Horacio Safons

Y como la libertad es hija de Dios madre de la Patria y del Hogar, con la cruz al cuello y la itaka en la mano, cortaron las cabezas de todos aquellos sospechosos de otra libertad. Y para borrar todo

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El itinerario del camalote

Lejos de las ciudades recorriendo los hombres un lagrimal de agua.   El camalote sube los largos descensos del río, atraviesa las campanas de los pescados hondos, rodea los barnices carnosos de las ciruelas, para que todo sea una hebra

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Cuentos de calleja, por Mary Nikzar

Los elefantes no se balancean en telas de arañas, es mentira; las telas de arañas están en las cabezas de hombres insectos. Los tristes tigres no están en trigales, es mentira; los trigales germinan en las manos de soles mansos.

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Dejame decir tu nombre, por Ceferino Cruz

Dejame decir tu nombre dejame conocerte en detalle como la primera vez como nunca. Dejame asirte con los ojos saborearte con las manos dejame mirarte de cerca antes que pase el instante. Dejame sumar los años sobre tu piel cargada.

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Plegaria de una señora del Tigre (Silvina Ocampo)

Yo fui quien dibujé con lápices violetas tu nombre de animal salvaje en las glorietas; yo te adulé en la infancia haciendo reverencias al barro, y no a la arena, durante tus ausencias; pensar en cómo duermen los peces ha

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Canto paralelo para el membrillo, por Carlos Enrique Urquía

Membrillo de mis islas diámetros de color asidos de las tardes etcéteras de lunas con pelusas de ovillos entre el sol y el tiempo usado. Yo he recorrido en niño y en dibujos adultos tus maderas arrugadas y sostuve en

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Aún hay tiempo, por Bocha Galo

Un amor en circular rodeó mi adolescencia, mis primeros años que asomé a la vida, y luego se perdió en el infinito sueño de una vorágine mundana donde encontré el barro que salpicó mis ansias e ilusiones acosadas por el

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En la loma del otro, por Carmen Espadas

Capaz sea el cuarteto de fondo mezclado con el televisor de la parrilla, o tal vez la pileta pelopincho en la vereda y el constante pasar de los coches y los pasos, piso pisado, uno sobre otro, llantas y piés.

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Soledad, por Federico Cavallo

Triste compañera, humilde servidora, fiel confidente. Conoces lo peor. El todo, la nada. Y es que contigo en mi cama hemos llorado juntos. Nunca te llamé, hasta traté de huir de ti. Me persigues, ¡Déjame ya! Que no quiero aprender

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Un cuento para Francisca, por Paula Taborda

La mayoría de los recuerdos de mi infancia transcurren en la casa de mi abuela, donde pase toda mi niñez, en un barrio tranquilo, lejos del cáos. Recuerdo salir a caminar y no tener miedo. En mi vida, las cosas

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