by Sabrina Garcia | 28 diciembre, 2015 12:01 am
Por Sabrina García
Lucas Bolla es el presidente de una de las instituciones más emblemáticas de la ciudad. De reconocimiento mundial, el Club San Fernando (CSF) nació el 3 de marzo de 1923, y desde aquella época hace historia deportiva. En esta entrevista dialogamos con su presidente sobre los desafíos de conducir el “semillero de deportistas”.
¿En qué momento tomaste la decisión de dejar de ser sólo un deportista o socio para tener mayor protagonismo en esta institución?
En el 2009 empezamos con unos amigos, con los que nos juntamos normalmente a comer, a charlar sobre cómo mejorar al Club. Teníamos el sueño de cuando éramos chicos, en los años 80, los años dorados, y dijimos ¿por qué no volver a esa época?. En ese momento tratamos de dar una mano y lo hicimos durante dos años con la anterior comisión.
En ese año sucedió lo de la separación de Delta Rugby que terminó retrasando todo. Éramos muy pocos los que habíamos quedado en el Club. era necesario reconstruir y uno sumaba un montón. Durante el 2010 y 2011 le dedicamos tiempo a entrenar y a jugar.
No encontramos lugar en la anterior Comisión y decidimos presentar una lista. En esa oportunidad fue Martín como candidato y sacamos 700 votos de la nada. Después fue Sebastián y en 2013 se agrandó el grupo, me eligieron como candidato, ganamos las elecciones y, con ello, la responsabilidad de administrar el Club.
Hablamos de uno de los lugares más conocidos de la Argentina, se lo conoce como el “semillero de deportistas”. ¿Cuántos socios hay?, ¿Cuántas hectáreas tiene?. ¿Qué significa gestionar el Club?
Es como un municipio chiquitito con la diferencia que en la gestión los secretarios y el intendente son rentados y acá tenemos una Comisión Directiva que dedica el tiempo y la forma que pueden ad honorem.
Hay gente que se ha involucrado con el Club y que yo conocí este año. Integraron la lista con nosotros y ahora están trabajando en el DEF (Departamento de Educación Física), en Interior, en alguna Secretaria o Dirección.
En cuanto a los deportes tenemos 17 federados. El CSF es el segundo club de Sudamérica.
Por otro lado tenemos 89 hectáreas de las cuales casi 60 están en la isla. Ahí esta aprobado para hacer un proyecto para que sea un lugar productivo.
Productivo… ¿de qué?
Hacer cabañas para los socios o para la gente de afuera. Lo importante es mejorar la calidad y la vida de los socios.
Cuando llegamos había falta de infraestructura en un montón de lugares, hicimos un movimiento muy importante de empleados.
¿Por qué?
Porque el Club tenía una estructura de cuando tenía 22 mil socios y hoy hay casi 12 mil. Obviamente termina siendo obsoleta. Había gente que no tenía lugar donde trabajar.
Buscamos actividades para que vayan generando trabajo para los mismos empleados y rotamos personal. Para que te des una idea cuando asumimos había tres plomeros a la mañana y el que se iba más tarde estaba hasta las 14 horas, se te rompía una canilla a las 15 tenías dos opciones: contratabas un plomero de afuera o esperabas hasta el otro día.
La vida del Club transcurre de las 17,30 en adelante y a esa hora quedaban dos empleados, nada más.
Con ayuda del jefe de personal, que venía de la gestión anterior, y en consenso con el sindicato, hicimos un trabajo muy fuerte de reestructuración.
Había una deuda muy grande y nos reunimos con los 130 empleados, los cuales tuvieron una gran predisposición. Lo importante era salvar los puestos de trabajo de la mayoría.
Este año y por primera vez después de mucho tiempo, el Club cerró el año con superávit. Aunque lo importante es mejorar la calidad de los deportes, la calidad de la náutica y los distintos servicios que ofrece.
Si tuvieras que marcar las grandes diferencias entre ésta y la anterior Comisión. ¿Cuáles serían?
Desde hace dos años decidimos hacer una fiesta grande del Club, el socio se la merecía. Históricamente hubo las fiestas, los carnavales, la de fin de año o la del deporte y esas cosas se habían perdido. Nosotros buscamos darle más vida al Club y que el socio se sienta parte. Buscamos todo el tiempo que te sientas parte del Club y que te vincules sentimentalmente.
En la fiesta del Club vinieron Los Pericos, si hace dos años me preguntabas si existía la posibilidad de que vinieran te decía que no. A fuerza de trabajo y sacrificio lo pudimos hacer.
El sentido de pertenencia se había perdido y es una de las grandes cosas que estamos trabajando para recuperar día a día.
Otra diferencia es que estamos hablando permanentemente con el socio. No tenés que pedir audiencia.
¿Cómo se integra el Club con ‘el afuera’?. ¿Cómo viven los socios las diversas actividades que hacen desde el CSF pensando en el otro?
El año pasado creamos Sanfer Solidario, que surgió de los mismos socios. Hubo una propuesta de hockey y de rugby que era dar una mano a la gente vecina al Club. Hay veces que ayudamos a una escuelita de Salta o Tierra del Fuego y a tu lado hay muchas necesidades. Son vecinos tuyos.
Tenemos cerca un jardín con muchas carencias y necesidades: la Escuela Técnica N° 1 del Delta, siempre que podemos llevamos donaciones para allá.
Es una forma de ir rompiendo esas barreras, esos muros que hay entre el Club y el vecino. Vos podés tener una potencial Leona en cualquier barrio que quizás no tiene acceso al Club. Es importante respetar la cuota que paga el socio pero ¿por qué no brindar la posibilidad a un chico para que pueda hacer deporte más allá de si puede pagar o no?
¿Eso pasa?
La tira B de hockey no estaba completa. En ese caso hicimos una cuota especial para estos chicos. Era una necesidad que tenía el deporte, si vos no tenés la tira B de hockey desde escuelita hasta primera división no podés presentarte, podías hacer una promoción pero no la tira.
Son 30 chicos distribuidos en distintas edades que pagan una cuota especial. Acá todos pagan la cuota y es un valor único, excepto estos chicos.
Para ellos creamos una bonificación del 30%, que es la única que se da aparte de la de discapacitados.
En su momento, cuando asumieron por primera vez, empapelaron San Fernando con afiches que decía que habían bajado la cuota. ¿Funcionó esa política para atraer nuevos socios?
Sí, fue un elemento de captación. Ni bien asumimos nos encontramos que había socios que tenían bonificaciones excesivas, de hasta el 90% en la cuota. Había familias de cuatro personas que pagaban $170 y en ese momento la cuota de activo era $630. Esas bonificaciones otorgadas arbitrariamente dejaron de existir y distribuimos esos descuentos entre todos los socios. Nos pareció lo más justo.
Con esa política ingresaron socios nuevos porque podían pagar la cuota, era más accesible. La bajamos de $630 a $496. El grupo familiar resultó el más beneficiado.
¿Cuáles son los próximos desafíos?
En una primera instancia nuestro desafío fue levantar a los deportes porque estaban en un nivel bastante bajo. A la náutica como estaba en un lugar medio, en comparación con el resto, la dejamos un poco de lado. Es por eso que ahora el desafío más grande es mejorar el sector náutico. Eso es invertir y es lo que más rápido vuelve.
Por otro lado, ir mejorando todo lo que es instalaciones. Día a día se van rompiendo cosas, algo normal ya que durante 15 años no tuvo el mantenimiento adecuado.
El lago (artificial) de la isla se llena con agua salada y cuando se mezcla con agua dulce (agua de lluvia o marea) se pudre. Por eso hicimos unas piletas de decantación para purificar el agua y que dure más.
¿Cómo es la relación institucional con los organismos del Estado?
En general las relaciones institucionales son buenas. Obviamente con el intendente tenemos relación porque es nuestro vecino directo.
El intendente, el gobernador y el presidente son socios honorarios. A Luis (Andreotti) le dimos el carnet en el primer año de gestión cuando hicimos la fiesta del deporte.
Nosotros hacemos como los Premios Olimpia internamente en el Club. En el 2015, Pablo De Torres fue elegido deportista del año. Es un orgullo para nosotros porque fue el primer deportista clasificado para Río 2016.
En relación a los gobiernos provincial y nacional todavía no tuvimos relación. Imaginamos que están con el proceso de cambio. Con los anteriores tuvimos la posibilidad, por intermedio de la Confederación Argentina de Hockey, de conseguir la cancha. Estábamos tramitando un subsidio de casi 12 millones de pesos en obras otorgado por el Plan Más Cerca que pensábamos invertir en el asfalto de las calles y a iluminación del CSF, la rampa de remo y un ascensor externo hidráulico. Eso fue presentado con la anterior gestión y ahora nos resta esperar las políticas que tomará el nuevo gobierno.
Da la casualidad de que el vice gobernador, Daniel Salvador y el subsecretario de Asuntos Municipales y de Gobierno provincial, Alex Campbell son sanfernandinos…
Sí, Daniel es socio vitalicio y ahora por su condición de vice gobernador pasará a a ser honorario. Su hijo, Sebastián, que es concejal también es socio. Es como dijo el intendente cuando asumió su segundo mandato, si trabajamos todos mancomunadamente San Fernando debería estar en su esplendor.
Con todos ellos tenemos buen diálogo.
Cuando comenzaste tu carrera política dentro del Club, ésto de dejar de ser deportista para tomar una responsabilidad institucional, ahí el rugby justo se separó. ¿Existe la posibilidad de que Delta Rugby se vuelva a incorporar al CSF?
Ellos iniciaron un camino. Cuando los chicos de Delta tomaron la decisión de irse, tuve una charla con Mario Doval, uno de sus referentes. Mi propuesta fue que no se fueran, que se queden, que hagamos una lista para gestionar el Club. En ese momento, él me dijo: ‘Hice muchos intentos, estoy muy cansado’. Y el mismo día que nosotros ganamos la elección del Club con la lista Nuevo Sanfer, Delta ascendió a primera división. Nos llamamos, nos felicitamos y nos dijimos: ‘¿viste que teníamos razón?’ (risas).
Más allá de la política, lo importante es lo institucional. Hay que aprender a poner el Club por encima de los deportes, las personas y de los partidos políticos para poder sacarlo adelante de la mejor manera.
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