Nací en 1992, en una familia que ama el arte. Mi primer contacto con la fotografía fue de pequeña. Mi madre, artista plástica y amante de las fotos familiares, andaba siempre con su Olympus encima. Me gustaba ver por el visor y jugar con el enfoque.

Recuerdo un día llegar del colegio y verla con sus compañeros del IUNA experimentando sobre diapositivas y proyectando en la pared del living de casa. Eso me pareció increíble, mucho más divertido que aprenderse las tablas de multiplicar. De más grande tuve mi primera camarita, la gasté. Cuando terminé el colegio sabía que lo que me gustaba era la fotografía.

Mi formación consistió en aprender de varios maestros que me enseñaron muchísimo y me alentaron a que siga estudiando a través de otros puntos de vista. Surgieron ganas de complementar la fotografía con otras artes, y comencé a estudiar Artes Visuales. Esto me permitió descubrir la intervención en la fotografía, y un amor profundo por lo analógico. Pasar horas en el laboratorio es terapéutico. Algo surge, se revela en la oscuridad, es una metáfora, es magia.

Deseo continuar por el camino del aprendizaje para seguir formándome y perfeccionándome en esto.