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El apropiador del hijo de la médica sanfernandina desaparecida solicitó que se le aplique el 2×1

La defensa del ex militar Víctor Alejandro Gallo pidió que se aplique el reciente fallo de la Corte. La Fiscalía pidió que se le rechace la libertad condicional. El condenado fue juzgado por la apropiación de Francisco Madaria Quintana, hijo de la médica sanfernandina Silvia Mónica Quintela.
La fiscal federal a cargo de la Unidad de Asistencia para causas por violaciones a los Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado, María Ángeles Ramos, solicitó al Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº6 que rechace el pedido de excarcelación por aplicación del instituto de la libertad condicional al condenado por crímenes de lesa humanidad Víctor Alejandro Gallo, cuya defensa oficial solicitó la aplicación a su caso del reciente fallo de la Corte Suprema que operativizó la derogada ley del 2×1 y benefició al represor Luis Muiña con el cómputo doble de los días en los que se lo mantuvo en prisión preventiva, sin sentencia firme.
Ramos, que además integra la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, solicitó a los jueces que declaren la inconstitucionalidad y la inaplicabilidad ultractiva del artículo 7 de la ley 24.390 (conocida como 2×1) “en función de que resulta violatorio del principio de proporcionalidad de la pena, derivado del artículo 18 de la Constitución Nacional”.
Gallo fue condenado en julio de 2012 al final del histórico juicio donde se acreditó un plan sistemático para la apropiación de niños y niñas a la pena de 15 años de prisión por la apropiación del hijo de desaparecidos Francisco Madariaga Quintela y por la falsedad ideológica de los documentos destinados a acreditar su identidad. En marzo de 2016, el TOCF 6 unificó aquella condena en la pena única a 25 años de prisión con otras penas que se le impusieron a Gallo por otros crímenes -no de lesa humanidad- en 2004 (nueve años y diez meses de prisión) y de otra pena unificada de 4 años y seis meses de prisión comprensiva de condenas dictadas en 1996 (tres años y tres meses de prisión) y 1992 (dos años y seis meses de prisión).
“La gravedad del caso que nos ocupa resulta innegable por la trascendencia pública de los hechos objeto de juicio, es decir, su repercusión más allá de las partes” y esa trascendencia “se encuentra vinculada a los crímenes por los cuales ha sido condenado Gallo. La conmoción causada en la sociedad, radica en que se trata de un caso más que proyecta hasta hoy las huellas del trágico pasado reciente, donde el Estado terrorista avasalló los derechos fundamentales suprimiendo, para ello, las normas básicas de convivencia democrática. Y que luego, ya en democracia, los perpetradores consiguieron perpetuar la impunidad por esos crímenes”, indicó Ramos.
El caso de Silvia Mónica Quintela
Silvia Mónica Quintela nació el 27 de noviembre de 1948 en la localidad de Punta Chica. Era médica recibida en la UBA, al momento de su secuestro estaba terminando su residencia como cirujana en el Hospital Municipal de Tigre. Atendía gratuitamente a gente de bajos recursos en una pequeña clínica de Beccar, cercana a la villa de emergencia La Cava.
Durante el breve gobierno de Cámpora formó parte de los equipos político-técnicos de provincia de Buenos Aires, con la idea de implementar planes de asistencia médica en zonas marginales; por entonces la diarrea infantil azotaba a las villas por falta de agua potable.
Fue militante de Juventud Universitaria Peronista (JUP) y montonera en el área de Sanidad, donde era conocida como “María” y/o “La Pety”.
Secuestrada-desaparecida el 17 de enero de 1977, en Florida, por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). También pasó por “El Campito” en la guarnición militar de Campo de Mayo.
Al momento de su secuestro, Silvia estaba casada con Abel Pedro Madariaga, estaba embarazada de tres meses.
En febrero de 2010, el hijo de Silvia y Abel, Francisco recuperó su identidad. Su apropiador fue Victor Gallo que lo inscribió como hijo propio. Francisco es el nieto recuperado número 101.
Victor Gallo fue militar carapintada, represor y delincuente común. Su primera condena fue por una agresión contra su ex mujer. La segunda, por la participación en un robo común: la llamaba Masacre de Benavídez, de 1994. En ese caso asesinaron a un matrimonio e intentaron hacer lo mismo con sus hijas, que sobrevivieron e identificaron a los ladrones. Entre ellos estaba Gallo, que sólo fue condenado a diez años por el robo. El móvil del crimen, se supo después, estaba ligado a una deuda con una mafia de falsos abogados que funcionaban en Tribunales. La tercera condena fue por la apropiación de Francisco, a quien siempre consideró “el hijo del enemigo”.
Susana Colombo, la exmujer de Gallo, le confesó a Francisco Madaria Quintana que era hijo de desaparecidos. Según la declaración en el juicio por la apropiación –recogido por la periodista Alejandra Dandán en Página 12-, un día Francisco encontró a su apropiadora en un charco de sangre. “Él le había dado un golpe en la cara y para que no la mate nos colgamos de él. Gallo me apunta en la cabeza con un revólver, ahí conmigo en el piso, el momento fue horrible, la diabetes se desemboca y era nervioso, no era normal”, contó Francisco.
En 2009, luego de toda una historia de maltratos y de haberse alejado de sus apropiadores, Francisco había decidido volver a acercarse a ellos. “Vi la manipulación, sabía que era psicópata y yo tenía ya la edad de sacar conclusiones. Le pedí trabajo y ahí empecé a enfrentarlo para ver cuáles eran sus intenciones conmigo y me fue demostrando en tres meses que todavía en su cabeza figuraba como un enemigo”, dijo en su testimonio judicial.
Para ese entonces Francisco era artista callejero. Para lograr ese acercamiento le pidió trabajo a Gallo. Este le dio un arma y mandó a custodiar camiones. Le asigno, contó después Francisco, el destino más peligroso: un supermercado que estaba al lado de un aguantadero. Un compañero con mas experiencia se ofreció a acompañarlo. Y lo pagó con su vida: “Pasaron cuatro tipos con buzos, tatuados por todos lados, armados y fueron a atacar directamente al custodio del camión; el camión estaba en marcha, no se llevan el camión, el conductor y el acompañante salieron corriendo y no volvieron más por el susto. Yo no sabía qué hacer. No sabía si tirar el arma, no quería que nadie se dé cuenta de que era custodio; que corría peligro. Después empiezan a tirar tiros para mi lado, pero yo ya me había metido adentro de la casa de una vecina”.
Francisco siempre sospechó que se había tratado de un intento de asesinarlo a él. Aquel día, cuando llamó a su apropiador, estaba a quince cuadras del lugar. Nunca supo explicar por qué.
Más tarde, Gallo fue condenado en la causa por el plan sistemático de robo de bebés junto a otros ocho represores. En 2016 la justicia le unificó las condenas de todas sus causas, que quedaron en 25 años. Su defensa pidió que se le otorgara el beneficio del 2×1 y el Tribunal Oral Federal 6 lo rechazó.
Ahora, gracias al fallo de la Corte, volvió a la carga.
Fuente: Fiscales y Cosecha Roja