OPINIÓN

¿Diagnóstico en psicoanálisis?

Por Lorena Di Masso*

La cuestión del diagnóstico, ha sido históricamente resistida en el campo del psicoanálisis. Éste se defendía y se defiende, del diagnóstico psiquiátrico “objetivo”. En este sentido Jacques Allain Miller, psicoanalista francés, habla de ciertos “desvíos del psicoanálisis”, al mismo tiempo que ubica que en psicoanálisis el diagnóstico es del sujeto. Plantea aquí una diferenciación entre los dos campos. No obstante ella, propone estudiar la clínica, para usarla en la experiencia, y recuerda que el saber clínico es de origen psiquiátrico. En este sentido, en su libro Variaciones sobre psicosis, Germán García insiste en que el psicoanálisis no puede ser indiferente a la psiquiatría.

En la actualidad se observa una tendencia en el ámbito “psi” a la evitación de los diagnósticos con la excusa de no “objetivar” o “etiquetar” al paciente. Es decir, por un lado tenemos la línea de las neurociencias, el DSM o CIE10 (manuales diagnósticos), las Terapias Cognitivo Conductuales, que tienden a las clasificaciones, pero por el otro, la respuesta que se habría puesto “de moda”, “no etiquetar”, que termina en un “no diagnosticar”. Ahora bien, una cosa es no hacer consolidar determinadas formas en que se nombra a un sujeto, no hacer consistir las clasificaciones, y otra muy distinta es no tener pensada y no estar orientado por una hipótesis diagnóstica. Esto último tiene que ver con cierta pereza disfrazada, que además resulta peligrosa.

A la vez, se registra otro fenómeno y que tiene que ver con la práctica de algunos psiquiatras. Ellos sí diagnostican. Ante presentaciones clínicas más o menos claras, a veces usan las categorías clásicas y buscan sus códigos en el DSM, pero cuando aparece una caso que plantea dudas diagnósticas rápidamente sancionan “borderline” o “trastorno límite de la personalidad”. Dos categorías con la que el psicoanálisis de nuestra orientación no acuerda y que terminan reuniendo un sinfín de presentaciones de lo más diversas. Subrayo el “rápidamente” ya que es un modo de abrochar un sentido sin lugar a preguntas. Plan psicofarmacológico en función del fenómeno que tengan en frente (ansiedad, impulsividad, agitación, insomnio, etc.) y derivación a “psicoterapia” si es que el médico no soporta mucho al paciente solo. En muchas ocasiones, este “diagnóstico” inmediato y su consecuente plan de tratamiento sin espera se transforman en un obstáculo, ya que obtura cierto despliegue del sujeto que permita su evaluación clínica, momento donde se pone en juego el juicio clínico del practicante. En este punto, cabe mencionar a Germán García, quien con respecto a la utilidad del diagnóstico, ubica una diferencia: si en la actualidad el psiquiatra medica el fenómeno, poco hace con un diagnóstico. Por el contrario, en psicoanálisis, llegar a una hipótesis diagnóstica hace a la localización del sujeto y al armado de la dirección de la cura, es decir, según el diagnóstico el analista va a actuar de un modo o de otro.

(*) Lorena Di Masso. Licenciada en psicología. Miembro de la APSaT y del Instituto Oscar Masotta delegación San Fernando. Miembro del Servicio de Salud Mental de SFM.


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