OPINIÓN
Inteligencia Artificial en la política: entre lo real y lo falso
Por Sabrina García
La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en una fuente de consulta y de generación de contenido. Sería como el ‘El Libro Gordo de Petete’ de Manuel García Ferré pero a un click. Basta saber formular correctamente la pregunta o la indicación de lo que se espera para que brinde una respuesta más o menos cercana a lo que esperamos. Pero ya lo decían las abuelas: “No todo lo que brilla es oro” y por más que haya muchos encandilados por el avance de la tecnología está el lado B, aquello en donde preferimos no indagar y que, paradójicamente vulnera nuestros propios derechos.
Entre los aspectos negativos de la IA se encuentra la desinformación y deepfakes (imágenes, videos o audios que son editados o generados utilizando herramientas de inteligencia artificial, y que pueden mostrar personas reales o inexistentes), violación de derechos de autor y propiedad intelectual, refuerzo de estereotipos, por citar algunos.
Si nos enfocamos en los algoritmos y en su utilización para manipulación en campañas electorales lo, en apariencia, inocente se vuelve complejo. Ejemplo de ello es la campaña de desinformación implementada en las elecciones de Estados Unidos en donde se enfrentaban Kamala Harris y Donald Trump. La manipulación de imágenes y su viralización en redes sociales como TikTok, Facebook y X llevaron a instalar noticias falsas y a dudar del proceso electoral porque circulaban videos en donde se abrían los sobres y desechaban los votos para el candidato Trump.
En el caso de los algoritmos, existe otro ejemplo que ha trascendido las fronteras y es el escándalo de Facebook-Cambridge Analytica ocurrido en 2016 en donde la empresa de comunicación recopiló datos de sus usuarios (sin su consentimiento) para luego venderlos, armar perfiles y proporcionar asistencia analítica a las campañas de Ted Cruz y Donald Trump para las elecciones presidenciales de 2016.
Estos dos ejemplos son graves y ponen en el centro del debate el uso de IA y cómo eso impacta directamente en los ciudadanos: falta de protección de datos, de acceso a información de calidad, la falta de transparencia y responsabilidad en el uso de datos, la manipulación, la utilización con fines electorales, por citar algunos de ellos. A esto se suma cómo estas acciones debilitan el sistema democrático.
Lo cierto es que la falta de regulación y el uso de IA a cualquier fin, lejos está de garantizar el derecho de libertad de expresión y el libre acceso a la información. Por el contrario, se difuminan los límites entre lo real y lo falso.
El Art. 14 de la Constitución Nacional establece que “todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender”.
A su vez, existen 13 tratados internacionales que tienen rango constitucional, entre ellos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de Derechos Humanos; y la Convención Americana sobre Derechos Humanos- Pacto de San José de Costa Rica. En todas ellas queda expresada de manera clara y explícita la defensa del derecho a la libertad de investigación, de opinión y de expresión y difusión del pensamiento por cualquier medio.
El derecho a la comunicación es un derecho fundamental porque hace a la garantía de otros derechos. Es entendido como un derecho humano y tiene dos dimensiones: una individual, que reside en la libertad de expresar su propio pensamiento; y uno social/colectivo, que está vinculado a la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole.
La falsa dicotomía entre la libre expresión y la falsedad en la información
Un día antes de las elecciones de CABA, ocurridas el 18 de mayo pasado, circuló un video falso de Mauricio Macri y su candidata, Silvia Lospennato, en donde aseguraban que bajaban su candidatura y llamaban a votar por el candidato de La Libertad Avanza, el vocero presidencial, Manuel Adorni.
Desde el PRO convocaron una conferencia de prensa urgente y denunciaron la utilización de IA en una campaña de desinformación por parte del gobierno nacional. La respuesta del presidente Javier Milei fue tajante: “Macri está hecho un llorón. Se los ve muy de cristal”.
El mes pasado, el diputado nacional de la UCR, Rodrigo de Loredo difundió en sus redes sociales un falso video del gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, en el que emitía un mensaje creado con IA. “Acá muchachos no nos salvamos con gestión, eso es para los boludos. No se trata de encontrar soluciones a esto sino culpables”, dice la imagen y voz generada por IA y que responde a la imagen y voz del gobernador cordobés. El video sigue con contenido similar.
La respuesta fue inmediata. Miguel Siciliano, presidente del bloque oficialista en la Unicameral, afirmó que esperaba que la Justicia “actúe de oficio” y calificó lo hecho por De Loredo como “vergonzoso, inaceptable e inmoral”. “Constituye un delito. Ninguna persona -y mucho menos un diputado nacional- puede utilizar la voz, el rostro o la imagen de otra, y menos aún la del gobernador de una provincia, para hacerle decir lo que no dijo, para hacerlo mentir o inducir a la sociedad al rechazo, como claramente busca, a través de un engaño deliberado hacia quienes lo están mirando”, completó Siciliano.
Pese a las críticas que recibió, un mes más tarde volvió a repetir el uso de IA en un video que publicó en sus redes sociales. Esta vez crea una imagen de Córdoba que no existe en donde De Loredo se autoproclama gobernador en una ciudad atravesada por la tecnología, con un joven que viaja a la Universidad en un tren bala, con empresas trasnacionales como UBER y Mercado Libre, y una cárcel de máxima seguridad que dice garantizar que la provincia de Córdoba sea la “más segura para vivir en América Latina”.
Sobre este nuevo video, De Loredo aclaró que se trataba de un mensaje creado con IA y defendió su utilización porque “es un nuevo envase tecnológico que ayuda a llegar con un mensaje claro y con algo de ironía”, y agregó: “Permite construir el discurso político en un nuevo formato. Porque el video es eso, un nuevo formato. Es como una viñeta humorística. Si dibujan a Llaryora diciendo tal o cual cosa, todos sabemos que es un formato alternativo para opinar”.
Todo indica que las promesas de campaña han excedido cualquier límite razonable, no solo por su contenido, sino por la invención de ciudades y personas inexistentes. Consultado por esto, De Loredo dejó entrever su derecho a una libertad de expresión en donde él emite un mensaje con un “formato alternativo”. Ahora bien, cuántos de los votantes tienen las suficientes herramientas para constatar cada mensaje que se emite, si es real, si es falso, si es producto de una IA. Es fácil imaginar una respuesta si pensamos en las nuevas generaciones, pero no podríamos asegurar si los votantes de mayor edad cuentan con esas mismas herramientas.
El debate debería estar dado en hasta dónde se puede avanzar con las fake news y la desinformación en campañas, en qué momento los representantes del pueblo van a defender los derechos de los ciudadanos el de contar con información real, cuándo se va a defender la democracia y las relaciones con límites claros de convivencia. Mientras tanto, en una realidad paralela, un león abraza a un pato y Córdoba es del futuro.