OPINIÓN

Pami: los laberintos que deben atravesar los adultos mayores

Opinión, Sabrina García

Por Sabrina García *

En el año 2013, el sociólogo argentino Javier Auyero publicó Pacientes del Estado, un libro que analiza las dinámicas socio-culturales de espera, en donde los beneficiarios se transforman no en ciudadanos sino en pacientes del Estado. La obra surge a partir de un trabajo de campo que duró seis meses en la oficina central de desarrollo social en la ciudad de Buenos Aires pero no hace falta leer el libro como para entender lo que efectivamente se da en cualquier oficina de gobierno que cuente con largas colas y eternos procesos administrativos.

Si hablamos de largas colas y eternos procesos administrativos podemos citar al Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, más conocido como PAMI –Programa de Asistencia Médica Integral–, creado con el fin de brindar atención médica, social y asistencial a una población específica: los adultos mayores. Desde hace años el organismo está siendo cuestionado y el cambio de gestión no solo no ha modificado esas prácticas de espera, sino que las ha incrementado.

“El viernes fui a PAMI San Fernando y como estaban sin luz no atendía. Volví hoy (miércoles 1 de marzo) y como venían de un fin de semana largo, explotaba de gente”, relató Romina que no es beneficiaria directa sino que se encontraba allí realizando un trámite para su mamá que es paciente oncológica.

Es importante destacar el contexto en el que se dieron los hechos: una semana con cortes de luz y altas temperaturas que obligaron a declarar el alerta rojo. Entre los grupos más vulnerables se encuentran los adultos mayores, los mismos que hacen largas colas para realizar cualquier tipo de trámite en la obra social Pami. “Con toda la paciencia del mundo hice la fila de una hora en el mostrador para que de ahí te den otro numero para que te atiendan. Sumado a que no había empleados porque estaban en no se que reunión y no quedaba personal para la atención”, relató Romina.

La situación se completaba con una mujer en el mostrador que tipeaba con un solo dedo y el doctor que te autoriza las órdenes mostrándole un video con su celular a un compañero. “A las 11.30 había una fila terrible y la que entregaba números para que de ahí te atendieran, dijo ‘no hagan más fila porque no se entregan más números’ y obligó a todos los abuelos a irse del lugar”, continuó con el relato.

Tal parece en las oficinas de PAMI San Fernando trabajan hasta cierta hora y pueden calcular a las 11:30 que con la cantidad de números que entregaron estarían llegando justo al horario de cierre. Uno creería como en los bancos que si dice que el horario de atención es hasta las 15 los clientes pueden ingresar hasta ese hora pero aquí el sistema está pensado para que los empleados a ese horario abandonen las oficinas. Eso pone en evidencia por qué colapsa el servicio ya que la atención se reduce considerablemente.

Trámite de PAMI

Allí se encontraba Ester. Ella es paciente oncológica y fue hasta esa oficina a realizar el trámite para que PAMI le otorgue la medicación completa a su tratamiento. Al igual que Romina, ella también hizo la eterna fila para que le entreguen el número, esperó a ser llamada y le llevó los papeles que le había realizado su médica en donde especificaba el tratamiento y la medicación que debía tomar. “La chica me sacó los papeles porque me dijo que no me correspondía porque cobro la pensión de mi marido y mi jubilación”, detalló y agregó que entre las dos cobra $12.900 pesos y que la medicación si la tiene que pagar le cuesta $8.890. Por lo tanto para PAMI una persona puede vivir un mes entero con $4.010. Ester trabajó y aportó 35 años de su vida.

Marta escuchaba a Ester con paciencia. Ambas transitan diariamente los largos trámites que PAMI les exige para poder tener sus medicamentos. A diferencia de Ester, Marta ya completó las cinco hojas que la obra social le solicitó, esperó a que la única asistente social que cuenta PAMI para San Fernando la visite y apruebe que efectivamente no estaba en condiciones de costear el tratamiento oncológico. “Recorrí cinco farmacias que dicen trabajar para PAMI para que me entreguen los medicamentos, en una no los tenían, en otra me pedían que llevara la orden por duplicado, en la tercera me dijeron que no me podían cubrir el 100% y que debía abonar la diferencia, en la cuarta me dijeron que el sello estaba mal puesto y recién en la quinta logré conseguirlos”, detalló Marta y agregó que el rally lo hizo junto a su hijo: “Si no me hubiera llevado él me hubiera sido imposible ir a todas esas farmacias. No sé cómo harán los abuelos que no tienen quién los acompañe”.

Arturo viene del banco. Son las 11:30 y transita las veredas de sol con las altas temperaturas. No quería salir, su hija le pidió que se cuidara por el calor pero “aprovechó” que tenía que cobrar y de pasada llevó unos papeles a PAMI. En la puerta lo recibió la empleada que ya no daba más números para la atención. No protesta, está acostumbrado, da la vuelta y sabe que mañana deberá volver a salir, recorrer las mismas cuadras y capaz, sólo capaz, logre que lo atiendan.

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(*) Sabrina García. Periodista. Directora del portal www.sanfernandonuestro.com.ar. En Twitter @garciasabri


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