DEPORTES
Paula Pareto: “Mi sueño en Río 2016 es una medalla olímpica de cualquier color”

La campeona mundial en la categoría de 48 kilos aspira a otro gran zarpazo tras el bronce en Pekín 2008 y es una agradecida del respaldo de sus colegas en el tatami.
La escena se sucede una y otra vez. Primero, en Toronto. Las lágrimas fueron de lamento. Paula Pareto , que llegó a las finales de los ocho torneos en los que participó en el año, perdía contra Dayaris Mestre en el combate decisivo de los Juegos Panamericanos, en los cuales sólo el fixture le impidió ser la abanderada de la delegación argentina. Alzó a la cubana y la ofreció al público. La ovación fue de pie para perdedora y ganadora. Mientras tanto, al costado del tatami, su entrenadora Laura Martinel lloraba desconsolada. En cierto modo, mascullaba bronca por conocer bien el esfuerzo de su discípula y porque el oro estuvo muy cerca. Se abrazaron y lagrimearon juntas. Poco después, en las lejanas comarcas de Kazajstán, como si fuera un hechizo, se repetía el acto. Esta vez, el llanto fue de alegría. Pareto, en su octava final del año, ganaba acaso una de las batallas más importantes de su carrera, y se consagraba campeona mundial en la categoría de hasta 48kg. “Sos campeona mundial. ¿Sabés lo que es eso? ¿Sabés lo que es eso?”, le insistía su entrenadora. Anteayer, en la noche de los premios Olimpia, con otro oro en sus manos, el círculo de un año extraordinario se cerró con las incontenibles lágrimas de Martinel, de la madre de la “Peque” -Mirta Méndez- y de sus compañeros de selección en la mesa del judo.
Ella subió al escenario y, emocionada, como pudo, sólo agradeció. Ni siquiera había bajado y dirigentes, deportistas y periodistas asediaron a Pareto, que mantuvo su concentración inquebrantable. No dejó de responder la felicitación de nadie. Continuó su periplo entre fotógrafos y otros deportistas que se acercaban con sus celulares para tomarse una selfie con un modelo a seguir. Dos hombres que le llevaban dos cabezas, la custodiaban e intentaban que nadie le robara un segundo de más. Tenía por delante más compromisos con la prensa por ser la heroína de la noche. La paciencia de la guerrera jamás se notó conmovida. Y no se cansó de responder las consultas que incluso llegaron después del tiempo pautado, sin importar el tamaño del medio que hacía las preguntas. En el tumulto, tuvo la calma de preguntar por el paradero de su madre, que la esperaba en una mesa y su único pedido fue que le sostuvieran los dos premios Olimpia.
Pesan, ¿no?
Sí, pesan un montón. O será que estoy en la pretemporada y fundida [se ríe]. Mi mamá dice que pesa más el de plata. El de oro nunca lo había tenido. Estoy muy contenta. Fue medio inesperado.
No ganaste un combate, pero estabas muy emocionada?
Hoy me preguntaban si me daba cuenta de todo lo que venía ganando. Y la verdad es que en estos momentos me doy cuenta. Me emociono. No me gusta e intento evitarlo. Pero bueno, estaban apoyándome los chicos con los que me entreno todos los días. Y estaba mi mamá, que me apoya desde siempre. Esas cosas son las que te emocionan, que tengas ese grupo que está siempre.
En un deporte individual, vos agradeciste a tus compañeros de selección.
Sin el equipo no hay buen judoca, no hay nada.
Sos muy fuerte mentalmente. ¿Cuál es tu secreto para mantener esta fortaleza sabiendo que sos favorita en Río 2016?
Ya hablamos con mi psicólogo. El entrenamiento va a empezar en enero. Estuvimos haciendo algunas pruebas para ver qué mejorar y qué no. Tal vez no se ve el entrenamiento que hago con él porque es a puertas cerradas, pero hago a diario las cosas que él me indica.
No te pido que me reveles tus secretos, ¿pero existe algún ejercicio que puedas contar?
(Se ríe) Son ejercicios de respiración, y sobre todo de visualización. Los hago día por medio, o todos los días. Y si me ve muy cansada, me manda a tirarme en la bañera. Pavadas, pero como que me obliga. Más allá de la parte psicológica, creo en él como persona. Lo quiero mucho y él también me apoya en cosas que van más allá de la psicología, como cuando tengo que descansar. Es como un padre, me sirve un montón. Por eso creo que es parte importante del equipo que tengo.
De acá a Río 2016, ¿vas a jugar alguna vez al fútbol con tus amigas?
No sé. ¿Te debería decir que no? así que te voy a decir que no (se ríe). La idea es cuidarme y obviamente que Río es lo más importante. Las voy ir a ver porque, como siempre digo, es lo que me permite estar con mis amigas. Seguramente, me moriré de ganas de jugar. Pero el objetivo es claro y hay que hacer bien las cosas en todos los ámbitos para que funcione.
¿Tu sueño en Río?
Mi sueño es una medalla olímpica de cualquier color. Para cualquiera de todos los que vamos. Una vez respondí eso y me dijeron: “Ya tenés una medalla olímpica”. Y dije: “Otra, no importa”.
El hambre está
Y sí. Uno se entrena todos los días con un objetivo, que si bien son los torneos intermedios, lo más importante para nosotros son los Juegos Olímpicos.
Fuente: Germán Leza para canchallena.com