OPINIÓN
Por qué celebramos el Día Mundial de las Abejas y qué está en juego si desaparecen
Por Nicolás Camargo Lescano*
Claves para la polinización de cultivos y plantas nativas, su declive impacta de lleno en la biodiversidad y la producción de alimentos. Expertos del CONICET explican cómo impacta en las más de mil especies que hay en Argentina la pérdida del hábitat, el uso de agroquímicos y el cambio climático.
En Argentina existen más de mil especies distintas de abejas. Aunque suelen asociarse únicamente a la producción de miel, su importancia es mucho mayor: estos insectos son fundamentales para la polinización de cultivos y plantas nativas. Por eso desempeñan un rol clave en la biodiversidad y la seguridad alimentaria. En reconocimiento a su valor ecológico, las Naciones Unidas declararon el 20 de mayo como Día Mundial de las Abejas.
Dimensionar el impacto de las abejas sobre los aspectos socioambientales no es nada sencillo. Pero la comunidad científica se vale de algunas pistas para dar un pantallazo.
“Contamos con algunos parámetros generales basados en evidencia científica que permiten decir que el impacto de las abejas sobre la reproducción de las plantas nativas y sobre muchos cultivos es clave – cuenta Leonardo Galetto, investigador superior del CONICET,. Una buena parte de la biodiversidad depende de la polinización por abejas para reproducirse. Y esas flores brindan recursos a unas 20 mil especies de estos insectos para que puedan cumplir su ciclo de vida y mantenerse en los ambientes naturales a nivel global”.
Para dar una idea del vínculo entre estas especies y el ser humano, varios alimentos no estarían disponibles si no hubiera polinización. O sí, pero en mucho menor medida. “Para dar dos ejemplos concretos, la producción de zapallos o de kiwis depende casi exclusivamente de la polinización por abejas. El girasol o la soja dependen en mucho menor medida, aunque si las abejas desaparecieran los rindes por hectárea de estos cultivos disminuirían”, ilustra Galetto.
Una larga lista de enemigos públicos: hábitat, agroquímicos y cambio climático
Los expertos señalan que las principales amenazas para las abejas -y para otros muchos insectos benéficos- se relacionan con la pérdida de hábitat por la desaparición de los bosques y ambientes naturales.
“Al transformarse grandes extensiones de hábitats naturales para implementar la agricultura industrial que cultiva unas pocas especies, las abejas pierden sitios de nidificación y fuentes de alimentación diversas y sostenidas a lo largo del año”, señala Carolina Torres, doctora en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora de CONICET.
Además, advierte que el uso intensivo de pesticidas para controlar plagas en estos cultivos tiene un impacto directo sobre las abejas y otros insectos polinizadores. “Estos dos factores, pérdida de hábitat y agroquímicos, son los más importantes y ubicuos no solo en nuestra región, sino a nivel mundial”, resume Torres.
Otro elemento de peso es el cambio climático, aunque acá, especifica Torres, “se cuenta con mucha menos evidencia científica sobre los impactos concretos sobre las distintas especies”.
“Se sabe que el cambio climático afecta a algunas especies de las abejas, y también a muchas plantas con flores de las que se alimentan o permiten su nidificación- comenta la científica-. Es decir, los distintos organismos biológicos producen interacciones complejas que sostienen los ecosistemas. Cuando se empiezan a afectar algunos, terminan siendo afectados muchísimos de ellos con consecuencias muy importantes para todo el ecosistema. La abeja de la miel depende en gran parte de los humanos para multiplicar sus colmenas, con lo cual todos estos factores también las afectan, pero en otra medida”.
El por qué de esta efeméride
El 20 de mayo coincide con el aniversario del nacimiento de Anton Janša que, en el siglo XVIII, fue pionero de la apicultura moderna en su Eslovenia natal. Janša elogiaba lo buenas trabajadoras que son las abejas y la poca supervisión que necesitan de su trabajo.
Hablando de especies, Galetto explica que la más conocida es la abeja de la miel “que no es una abeja nativa de Latinoamérica, sino que hay representantes de este género de abejas (Apis) en Europa, Asia y África”.
Dentro de las especies introducidas y que se han convertido en exóticas-invasoras de los ambientes naturales de Argentina está la misma abeja de la miel. También especies de abejorros que son traídos a Chile para polinizar cultivos y que cruzaron la cordillera hacia Argentina.
Abejas nativas en riesgo: escasa información y amenazas crecientes
¿Cuánto se sabe de biología y ecología básica de las abejas nativas de Argentina? Responde Galetto: demasiado insuficiente. “Sobre la mayoría de las especies no sabemos casi nada, por lo cual su estado de conservación es incierto. Sufren muchas amenazas ambientales que van disminuyendo sus poblaciones”, alerta el científico.
El experto señala el ejemplo del único abejorro que vive en los bosques andino-patagónicos: sus poblaciones están disminuyendo dramáticamente desde hace varias décadas. “Es una excepción a la regla, ya que este caso se encuentra muy bien documentado”, remarca.
Con relación a la abeja de la miel, Argentina no tuvo desapariciones dramáticas de colmenas como las que se documentaron en el hemisferio norte. “Pero sí hay varios problemas relacionados con la sanidad de las colmenas – como la parasitosis o la virosis, entre otras- y con la contaminación ambiental, que determinan que cada año se pierdan muchísimas colmenas”, cierra Galetto.
¿Qué medidas se podrían implementar para conservar las abejas?
El investigador plantea algunas estrategias para la conservación de las abejas y garantizar los beneficios que brindan a los humanos.
- Incrementar y mantener los ambientes naturales y seminaturales
- Diversificar los cultivos y hacer parcelas más chicas, para que se generen pequeños corredores biológicos para que nidifiquen y se alimenten de una variedad de plantas. “Se conoce que, en la agricultura a menor escala, al ser más diversas en las especies cultivadas, conviven muchas más especies de abejas en comparación a campos cercanos con monocultivos en grandes extensiones”, plantea el científico
- Disminuir el uso de agroquímicos con otras estrategias de control de malezas. Y, cuando sea necesario utilizarlos, aplicarlos en horarios vespertinos o nocturnos. “Generalmente hay menos viento y la actividad de las abejas en mucho menor que durante la mañana”, señala Galetto
- Incrementar la educación ambiental para que la mayoría de la población pueda percibir que está conectada con el territorio y la biodiversidad que la rodea. “Si afectamos negativamente a esa biodiversidad, directa o indirectamente nos terminará afectando a todos los humanos. Si cambiamos nuestra percepción de nuestro vínculo con la biodiversidad, seguramente tendremos mayores posibilidades de conservar las abejas y producir alimentos diversos y con mayor calidad nutricional”.
Fuente: Agencia CTyS-UNLaM