HISTORIA
Cómo impactó la epidemia del cólera en los primeros años de nuestra ciudad
Por Sabrina García
El cólera fue epidemia en nuestro país en cuatro momentos diferentes. En uno de ellos dejó una importante huella en nuestra ciudad y llevó a tomar algunas decisiones como, por ejemplo, la construcción de un nuevo cementerio.
El cólera, originario de la India, era una enfermedad rara en Occidente hasta el siglo XIX. La Revolución Industrial y la velocidad en el traslado de pasajeros (buques y locomotoras a vapor) facilitaron que la enfermedad se expandiera llegando al Occidente.
La historia de la medicina destaca que la enfermedad fue pandemia en cuatro momentos.
La primera epidemia (1856) afectó al territorio de Bahía Blanca y se cree que fue a partir de la llegada de buques procedentes de Italia que habían recalado en un puerto de Brasil donde el cólera era común. La dolencia se caracterizó por vómitos, diarrea, calambres, deshidratación y a menudo la muerte. En esa oportunidad se trató de una epidemia localizada, por lo que no tuvo la magnitud de ataques posteriores.
La segunda epidemia (1867-1869) tuvo lugar durante la Guerra del Paraguay. El ambiente (esteros, lagunas, falta de higiene, hacinamiento) en el teatro de operaciones fue propicio para la epidemia. Los muertos en los ejércitos de tierra aliados fueron calculados en unos 4500 hombres.
Desde el frente, se trasladó siguiendo el curso de los ríos hasta las provincias del Litoral y luego a Buenos Aires en octubre de 1867, extendiéndose a diez de las catorce provincias del país. En Buenos Aires se desbordó la capacidad hospitalaria.
Cómo impactó el cólera a nuestra ciudad
La ubicación de San Fernando era la puerta de entrada de la llegada de esos enfermos. De hecho, la construcción del canal se pensó para evitar las inundaciones que había obligado al pueblo el traslado de Las Conchas (hoy Tigre) a lo que hoy es San Fernando, pero también la importancia que tenía el puerto en la comercialización de productos que llegaban desde Paraguay.
En 27 de agosto de 1867 un grupo de vecinos de los pueblos de Las Conchas y San Fernando enviaron una nota al gobierno solicitando que permitan al curandero Gandolfo continuar ejerciendo las “curaciones” porque no hay “médico en ninguno de los dos partidos”. Y agregaron que “en gratitud por los servicios prestados por Gandulfo” los vecinos de ambos partidos deseaban entregarle “una medalla de oro por los importantísimos servicios que prestó en los momentos que atacaba la peste del cólera que hemos sufrido” [1].
El pedido de los vecinos da cuenta de cómo impactó la epidemia en nuestra ciudad. La respuesta del gobierno fue de autorizar a Gandolfo para ejercer la medicina “mientras no exista facultativo en los partidos de San Fernando y Las Conchas”.
La segunda notificación enviada al ministro de Gobierno, Nicolás Avellaneda, tiene fecha 31 de diciembre de 1867. Allí, José María Belgrano (sobrino de Manuel Belgrano y juez de Paz de San Fernando) informó que estaba en servicio el “lazareto flotante y solo falta llenar el botiquín” y agregaba que también falta “la designación del médico que deberá prestar servicio en ese lazareto porque ha llegado el caso de presentarse enfermos y no haber asistencia médica” [2].
En la nota Belgrano destacó la “urgencia” de resolver el reclamo por los “enfermos que vengan atacados del cólera, ya de las islas, como de los puertos del Litoral”.
El cementerio comenzó a prestar servicio a fines de 1869. Al comienzo se lo designó con el nombre de “Estero Bellaco” por lo bajo y anegadizo del lugar, un bañado, como buena parte de lo que hoy conocemos como Virreyes y parte de Victoria oeste.
Para explicar el impacto que tuvo la pandemia es importante destacar que en enero de 1868 muere el vicepresidente de la Argentina, Marcos Paz, que en ese momento era el presidente en ejercicio, porque Bartolomé Mitre estaba al frente de la guerra contra Paraguay. Esto sumó a la crisis sanitaria y social una importante crisis política porque el gobierno quedó acéfalo pues la Constitución no había previsto el tema sucesorio. San Fernando participó de la guerra del Paraguay enviando 30 hombres.
En el año 1869 la provincia de Buenos Aires realizó un censo y para ese entonces nuestra ciudad registraba 4.112 habitantes. Es importante destacar que durante la epidemia del cólera se registraron más de 400 víctimas [3].
La importancia del agua
Esta epidemia impulsó a Buenos Aires a replantear sus sistemas de agua. En abril de 1868 se dictó una Ordenanza que prohibía bañar en el río los caballos y carros “en los pozos que existen o que puedan abrirse en adelante a consecuencia de la pérdida de buques u otras causas”.
En 1869 el ingeniero irlandés John Coghlan presentó los planos para la provisión de agua desde el Río de la Plata, filtrada y purificada. El 4 de abril de 1869 se inauguraron los primeros surtidores públicos en la ciudad. En 1870 hubo aguas corrientes domiciliarias en los barrios del centro. Los barrios periféricos quedaron retrasados en el abastecimiento de aguas que recién (La Boca lo recibió en el año 1905). En San Fernando se proyectaron los planos de aguas corrientes en 1885.
La necesidad de construir otro cementerio
La magnitud del cólera en nuestra ciudad también se demuestra con el pedido de construcción del nuevo cementerio. Así queda demostrado en una solicitud que realizó nuestra ciudad al Gobierno de Avellaneda, también con fecha 27 de agosto de 1867 (como el pedido de autorizar a Gandolfo a ejercer la medicina), en el que se consigna “la necesidad urgente que existe de entrar a emprender las obras indicadas en la memoria” y agrega que “recordará que la epidemia pasada este pueblo fue uno de los que más sufrió” y destaca que la “fatalidad se hace sentir nuevamente” porque el cementerio “se halla inmediato al centro de la población”[4].
En este punto es importante destacar que el cementerio se hallaba en el lugar donde hoy se encuentra el Palacio Municipal. Es decir, en pleno centro urbano. La importancia de la nota de Belgrano es que, pese a los pocos conocimientos que pudo haber existido en ese momento sobre cómo combatir dicha pandemia, el juez de Paz destaca la necesidad de no afectar la “higiene pública” y planifica el traslado del cementerio, en principio por el poco espacio para enterrar a tantas personas, y luego por la necesidad de alejarlo del ejido urbano, evitando así más enfermedades y contagios.
El 26 de marzo de 1868 se aprueban los planos para la construcción del nuevo cementerio con “una capilla, dos piezas y osarios”.
La tercera epidemia ocurrió entre 1886 y 1887, registrándose el primer caso el 1 de noviembre de 1886 en el barrio de La Boca. En ese momento se implementó la denuncia obligatoria de casos, el aislamiento de pacientes y la cremación de cadáveres, logrando un control más eficaz.
La última etapa del cólera se vivió con un pequeño brote en Santa Fe entre 1894 y 1895. El mismo fue atendido a tiempo y marcó el final de las epidemias de cólera del siglo XIX en Argentina.
Fuentes:
[1] Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires ‘Dr. Ricardo Levene’. Ministerio de Gobierno (Año: 1867, Legajo: 6, Expediente: 465/0).
[2] Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires ‘Dr. Ricardo Levene’. Ministerio de Gobierno (Año: 1867, Legajo: 9, Expediente: 692/0).
[3] Udaondo, Enrique. Apuntes Históricos del pueblo de San Fernando (1930). Publicaciones del Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires. Contribución a la Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires.
[4] Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires ‘Dr. Ricardo Levene’. Ministerio de Gobierno (Año: 1868, Legajo: 4, Expediente: 343/0).
Agüero , A. L. ., & Isolabella , M. . (2018). El Cólera en la Argentina durante el siglo XIX. Revista Argentina De Salud Pública, 9(37), 51–54. Recuperado a partir de https://rasp.msal.gov.ar/index.php/rasp/article/view/538


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