OPINIÓN

Ecoansiedad: cómo afecta cada vez más a los jóvenes

El cambio climático es una realidad y amenaza el futuro de la Tierra. Esta circunstancia puede tener impactos psicológicos en algunas personas, un fenómeno conocido como ecoansiedad.

“El cambio climático se transformó en la emergencia en salud más importante a la que nos enfrentamos actualmente” porque genera traumas psíquicos no sólo a las víctimas de catástrofes ambientales sino también a gran parte de la población joven que se ve amenazada por un “futuro catastrófico”, aseguró Bernabé Ibañez, miembro de la comisión directiva de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA).

Ibañez es médico psiquiatra de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y del Instituto Universitario Italiano de Rosario (Iuniir). El profesional explicó que las personas “empiezan a tener peores condiciones de vida” y que “no se recuperan del todo” cuando son víctimas de fenómenos que provoca el cambio climático.

En el último informe de políticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), expuesto en la conferencia Estocolmo+50, se llegó a la conclusión de que el cambio climático “plantea graves riesgos para la salud mental y el bienestar psicosocial” al provocar trastornos que van desde el malestar emocional hasta la ansiedad, depresión, dolor o conductas suicidas.

Perder seres queridos por una catástrofe climática, el hogar, el lugar de trabajo y sufrir migraciones climáticas son algunas situaciones que comienzan a producir un trauma psíquico que genera “un desarraigo como se vivía hace un tiempo por las guerras”, aseguró Ibañez.

En ese sentido uno de los términos que surgieron fue el de la “ansiedad climática o ecoansiedad”. Al respecto Ibañez profundiza: “La ansiedad climática tiene que ver con ansiedad sobre un futuro catastrófico que empiezan a ver los más jóvenes y que comienza a condicionar sus estados mentales. Genera sensaciones sumamente negativas relacionadas con la tristeza, angustia y la preocupación desmedida. Empiezan a ver un futuro aterrador que corrompe su proyección de vida. Comienzan a darse cuenta que tanto esfuerzo y proyecciones a futuro no van a tener mucho sentido en la medida que no se actúe en la problemática. Se instalan cuadros emocionalmente muy negativos que empiezan a tener afectaciones en el día a día”.

Este fenómeno se da particularmente en los jóvenes “por el nivel de participación mayor a la de un adulto, son más conscientes porque son los que van a padecer las peores consecuencias”, explicó el profesional y agregó que “están absolutamente incrédulos de lo que se está haciendo a nivel gubernamental con las acciones climáticas. Esa combinación de ser conscientes del tema y ver en paralelo que no se está haciendo nada sobre su escenario los está condicionando en el hoy. Son preocupaciones reales y concretas”.

La American Psychology Association (APA) describe la ecoansiedad como “el temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro de uno mismo y de las próximas generaciones”. La APA, por tanto, considera que la interiorización de los grandes problemas ambientales que afectan a nuestro planeta puede tener secuelas psicológicas, más o menos graves, en algunas personas.

Un estudio publicado en The Lancet en 2021, donde se encuesta a 10.000 jóvenes de 16 a 25 años de edad de Brasil, Filipinas, Francia, Estados Unidos, India, Reino Unido, Nigeria y Australia, Portugal y Finlandia, indica que 59% de los jóvenes se encuentran muy o extremadamente preocupados por el cambio climático. Más del 50% de ellos informó ansiedad, enojo, impotencia y culpa. La ansiedad y la angustia climáticas se correlacionaron con una respuesta gubernamental percibida como inadecuada y sentimientos de traición asociados.

“El uso de combustible fósil y la producción de alimentos son cuestiones que dependen de las políticas públicas. La inacción de políticas estatales empeora la ecoansiedad y los estados anímicos”, mencionó Ibañez.

“Cuando uno habla con los adolescentes que tienen un nivel de activismo muy grande, ellos mismos reconocen que eso ‘baja su nivel de malestar’ y ciertos miedos y angustias. Es un concepto que se llama ‘adaptación activa’, es decir, adaptarnos a la realidad con la que convivimos pero de manera activa y con un rol de involucramiento y activismo importante”, completó el especialista.

Fuente consultada: Giuliana Biasotto para Télam


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