OPINIÓN
No importa la verdad: tiempo de fake news, IA y coso
Por Sabrina García
La doctora en periodismo Mar de Fontcuberta decía: “Cada sociedad tiene los medios de comunicación que se merece y, por lo tanto, todos somos responsables tanto de la existencia de una información seria, plural y contrastada, como delos abusos y desviaciones que en ese campo pueden producirse. La noticia es un auténtico síntoma social y el análisis de su producción arroja muchas pistas sobre el mundo que nos rodea”.
La semana pasada, y con motivo de las expresiones de repudio al cierre de la Agencia de Noticias Télam, que de paso aprovecho para aclarar que se trata de una herramienta fundamental para todos los que hacemos periodismo porque a partir del pago de un servicio obtenemos cables tanto de lo que sucede en nuestro país de manera federal como las noticias del extranjero, el periodista Luis Majul dijo en La Nación+ que el titular de SiPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) “fue acusado por acoso a una mujer”.
Las acusaciones de Majul radicaban en que el sindicato mencionado se oponía al cierre de la agencia nacional y, claro está, el periodista en lugar de defender a los trabajadores o la cablera de la que La Nación también obtiene información para elaborar sus notas, prefirió desviar la atención haciendo semejante afirmación sobre el titular de la entidad.
Agustín Lecchi, delegado de SiPreBA, utilizó la red social X para compartir el recorte de la denuncia de Majul y solicitarle que “se retracte o vamos a denunciarlo por calumnias e injurias”.
Al otro día Luis Majul volvió a referirse al tema destacando que sobre sus dichos de “abuso, corrupción y violación. Lo nombré como si fuera integrante de SiPreBA, me equivoqué, lo digo”, dijo el periodista de La Nación+ para continuar con su elocución “pero muchachos no me aprieten con un tuit. Yo me la banqué a Cristina, a Moyano, todos juntos y ¿les parece que por un tuit me voy a achicar?”.
Es decir, y para pasar en limpio, el periodista Majul acusa a una persona por abuso, corrupción y violación. Reconoce que se “equivocó” pero inmediatamente vuelve a acusar que lo “apretaron” por la red social X (ex Twitter) porque le solicitaron “se retracte”. En un segundo pasó de agresor a víctima y a, en términos de Pablo Alabarces en tener “aguante” porque él solo se “bancó a Cristina y a Moyano”.
Todo esto que aquí se relata tuvo como protagonista a un periodista, sucedió en un medio de comunicación de aire, de manera pública y a la vista de todos.
Ahora ese “campo de batalla” que parece haberse transformado ciertos medios de comunicación responden a un clima de época en donde la viralización de información falsa y engañosa es moneda corriente. Entonces la pregunta es ¿nos interesa recibir información confiable, chequeada? o ¿sólo buscamos aquello que nos permita confirmar en aquello que creemos de antemano, lo que se conoce como “sesgo de confirmación?”.
No solo ocurre en el periodismo, también en la política
La periodista de elDiarioAr, Victoria De Masi, en su entrega Gracias por venir, titula La muerte del hecho para hacer referencia a eso que conocemos los periodistas como las 5w y que significa lo que la mayoría conoce como “la noticia” eso que puede responderse en “eso que pasó, eso que tiene un qué, un quién, un cómo, dónde, cuándo y por qué”, dice De Masi.
La columna de la periodista es motivada al “hecho” sucedido el día de apertura de sesiones en el Congreso en donde, mientras el presidente Javier Milei brindaba su discurso inaugural afuera, un grupo de manifestantes se congregaba frente a un televisor en la vidriera que dispuso el local partidario Igualar. Allí, un grupo de personas se juntó a escuchar el discurso: “Esa gente, frente a ese televisor, reaccionó con gritos, con insultos, con cánticos en favor de los trabajadores. No eran militantes o, al menos, no estaban identificados de esa manera. El fastidio era total. Lo sé porque yo estaba ahí”, dice De Masi.
El medio Rosario 3 retrató el momento y lo subió a sus redes con el siguiente texto: “Mientras tanto, afuera del Congreso. La gente se junta en vidrieras para ver y escuchar el discurso de Javier Milei”. Más tarde el vocero oficial, Manuel Adorni tuitea “La emoción y la esperanza en una sola foto. Fin” citando al tuit anterior.
La foto es real: la gente está escuchando el discurso del presidente pero no con “emoción y esperanza”, sino con enojo y frustración. Si bien el periodismo “objetivo” es una falacia en sí misma porque depende, en términos de Daniel Mazzei, de esa linterna que usamos para mostrar eso que conocemos como “hecho”, esto que relatamos del vocero es una fake (una mentira) porque es ponerle una voz inexistente a una imagen real.
Son “arquitectos de realidades”, dice la periodista De Masi y no hace más que confirmar lo que decía Friedrich Nietzsche cuando aseguraba que “no hay hechos, sólo interpretaciones”.
El tuit del vocero fue borrado tras la catarata de mensajes que cuestionaban que un funcionario de ese cargo y autoridad mienta tan descaradamente. “Miente, miente que algo quedará” y allí están los que creyeron en ese mensaje inexistente.
Adorni no sólo es una persona que cumple la función de representar a un gobierno ocupando el rol de vocero, es mucho más, su formación le brinda las herramientas para chequear información y evitar así en caer en los brazos de la desinformación y la mentira.
Esta semana el presidente Javier Milei dijo durante su discurso en Expoagro que “La administración anterior en Olivos almorzaba y cenaba con champagne Cristal todos los días” (ver: Javier Milei: “La administración anterior en Olivos almorzaba y cenaba con champagne Cristal todos los días”). Más tarde en la red social X (donde pasa varias horas diarias el primer mandatario) tuiteó: “Me dicen que la información acerca del consumo de champagne en Olivos en la anterior administración era incorrecta. Disculparse cuando uno se equivoca es lo que corresponde”.
Tres días más tarde y con la información de que Milei y su gabinete se aumentaron el sueldo en un 48% (cobrando el presidente 6.000 dólares al mes) dijo que “le informaron” sobre el aumento desconociendo el decreto 260 que dispone dichas subas lleva su firma.
En medio de ese revuelo, el presidente posteó en Instagram una foto editada del actor Esteban Lamothe exhibiendo en su mano la frase “Basta Milei”, el primer mandatario postea la imagen con la leyenda: “Las manos que piden subsidios” y otra foto de una manos lastimadas de un trabajador y el mensaje: “Las manos que pagan subsidios”.
El actor respondió, por medio de la red social X: “La foto que circula con la leyenda en mi mano que dice “basta Milei” esta armada por alguien. ES FALSA. Acá dejo la original para que vean. Señor presidente @JMilei por favor deje las redes un ratito y se dedíquese a gobernar ????. Gracias”.
En un mundo hiperinformado, en donde lo inmediato parece ser lo más importante de la vida, ¿existe espacio para cuestionar lo dado?, ¿para el pensamiento crítico? y ¿para exigir que quienes tienen obligaciones al frente del Estado como aquellos que cumplimos el rol de informar lo hagamos de manera responsable?.
Quizás el “síntoma social” de la época sea justamente el de consumir “pescado podrido” porque al fin de cuentas no parece tener tanta importancia “la verdad” sino quién dice qué cosa.