OPINIÓN

“Pensamiento de futuro”: una disciplina fundamental para las organizaciones durante la pandemia

Greta Gawianski

Por Greta Gawianski*

La aceleración del cambio a causa de las tecnologías exponenciales en el contexto del COVID-19 hoy se encuentra en boca de todos. Cuál es la metodología del futurismo en el mundo laboral

Se habla mucho de la aceleración del cambio a causa de las tecnologías exponenciales, y fue justamente el coronavirus el que ha venido a acelerar por su parte también muchos de los cambios que venían manifestando. Lo cierto es que esta crisis puso a la vista de todos la importancia de buscar siempre estar un paso adelante y anticiparse a las situaciones, demostrando que no estar preparados podía ser más grave de lo que nos imaginábamos. Para muchos, resulta frustrante pensar en cómo no lo vimos venir como sociedad.

Sin embargo, al pensar qué aprendizajes se pueden generar para mejorar hacia adelante, el futurismo es una disciplina que está recibiendo cada vez más adeptos. ¿De qué se trata esta metodología y cómo se aplica?

Nuestra imaginación nos permite realizar representaciones mundos y situaciones posibles, incluso mejor que cualquier Realidad Virtual posible. Sin embargo, el cerebro tiene sesgos inconscientes que generan trabas a la hora de intentar predecir el futuro.

En primer lugar, existe una tendencia a pensar en el corto plazo. Solemos enfocar nuestros esfuerzos en el hoy, en las necesidades y problemas actuales. Priorizamos lo urgente, mientras que poner las prioridades en perspectiva nos resulta muy difícil. En esta línea, Jane McGonigal, futurista estadounidense, sostiene que nos cuesta mucho empatizar con nuestro “yo futuro”, casi como si se tratara de otra persona.

En segundo lugar, solemos pensar al futuro como una extensión del presente. Cuando realizamos planes, tendemos a pensar que las condiciones van a ser iguales en los próximos meses o años. ¿Cuántos de nosotros habíamos planificado nuestro 2020 pensando en un mundo donde íbamos a poder ir a trabajar, juntarnos con amigos y realizar viajes? Desde las neurociencias podríamos afirmar que nuestro cerebro piensa de este modo debido a que estar analizando todos los escenarios posibles cada vez que queremos tomar una decisión resultaría agotador.

Sin embargo, a la hora de pensar el futuro de una industria, producto o empresa, o incluso en la propia profesión, esta confianza en la estabilidad puede resultar peligrosa. Pensar que el mundo va a mantenerse igual, nos dificulta a la hora de mantenernos actualizados y prepararnos para un posible futuro distinto.

“Practicar Future Thinking, pensamiento futuro en español, genera una gimnasia cognitiva que estimula la creatividad, la sensibilidad frente a las señales de cambio y sobre todo humildad en un mundo que busca respuestas instantáneas en vez de sumergirse en la exploración de múltiples posibles respuestas. A esto lo llamo ‘Deep Thinking’, pensamiento profundo en español, y creo que es tanto o más importante que la agilidad que tanto se promueve hoy. Ser ágiles pero sin profundidad dudo que pueda llevarnos en una buena dirección”, afirmó Angeles Cortesi, fundadora de Lobo, agencia de innovación estratégica y diseño de futuros y representante de Speculative Futures en Argentina, una iniciativa internacional dedicada al estudio de diseño de futuros.

En esta línea, la pregunta es ¿hacia donde cambiará el mundo? Al pensar que se continuará en el mismo rumbo que en la actualidad, nos cuesta predecir cuál es el futuro más probable.

¿Tienen los futuristas la bola de cristal y pueden determinar qué va a suceder en el futuro? La respuesta es no: el futuro no existe aún, y por lo tanto no puede predecirse.

Lo que se busca es reflexionar sobre “qué pasaría si” las cosas fueran diferentes; imaginar “qué pasaría si” se instaura determinado escenario. Qué cambiaría, en qué impactaría, cómo nos afectaría. No se trata de tener las respuestas, sino hacerse las preguntas correctas.

“En definitiva estas herramientas tienen un único objetivo: impulsarnos a hacernos mejores preguntas. Creo que quienes logren llegar a las preguntas relevantes se adelantan 1000 pasos a cualquier de sus competidores, porque al explorar posibles futuros tienen la visión de águila y no la de hormiga”, explicó Ángeles Cortesi.

Lo que se busca es reflexionar sobre “qué pasaría si” las cosas fueran diferentes; imaginar “qué pasaría si” se instaura determinado escenario.¿Qué podemos hacer al respecto? El objetivo será generar acciones que nos permitan moldear o influenciar el curso de acción para convertir el futuro que deseamos en una realidad.

Escenarios futuros

Se busca dejar de tener un rol pasivo sobre el futuro. Las cosas están cambiando y frente a esto, está en cada uno decidir si queremos mirar para otro lado y que esta ola nos pase por encima, o por el contrario, subirnos a estas nuevas corrientes y aprovecharlas para seguir mejorando.

Estos cambios impactan en infinitos aspectos cotidianos. En relación a la carrera profesional, por ejemplo, sabemos que muchas profesiones se encuentran amenazadas por las nuevas tecnologías, especialmente por la inteligencia artificial y la robotización.

“Nos permite tomar decisiones estratégicas más robustas, con mayor información. Pensar futuros mientras otros resuelven urgencias del presente ofrece una gran ventaja competitiva”, explicó Guillermina Argerich, directora General de Innovación en la Ciudad de Buenos Aires.

Sobre su trabajo realizado en el sector público, Guillermina Argerich detalló: “A principio de marzo, siguiendo el desarrollo de COVID en otros países, realizamos colaborativamente una rueda de futuros, buscando mapear, en la mayor extensión posible, los cambios que se desencadenaban. Generar un extenso mapeo de las consecuencias de distinto orden nos permitió anticiparnos a ciertas necesidades de relevancia.

¿Cómo podemos pensar en el futuro?

Para poder pensar en el futuro, en primer lugar es necesario volver conscientes nuestros sesgos previamente mencionados, para animarse a soñar un poco y salir del momento presente.

En segundo lugar, es importante detectar qué señales hay en el presente que puedan dar indicios sobre cómo puede ser el futuro. Los cambios no suceden de un día para el otro, normalmente empiezan a darnos pistas, pero muchas veces las minimizamos creyendo que no son relevantes.

Hay expertos que han planteado la posibilidad de una pandemia como la que estamos viviendo hoy a partir de ver cómo se manejaban los mercados en China, pero no se les dio la importancia suficiente como para tomar acción en la prevención. Incluso podríamos habernos imaginado una cuarentena de esta magnitud al leer las noticias de lo que estaba sucediendo en Wuhan, y conectando esa señal con el hecho de que hoy en día nuestro mundo se encuentra totalmente globalizado.

En tercer lugar, habiendo detectado señales en el presente, podemos imaginar qué pasaría si estas se volvieran más fuertes. Muchas veces notamos que no existe solamente un futuro posible a partir de una señal, sino que, por el contrario, existen muchos escenarios que podrían potencialmente desarrollarse. Algunos son más probables que otros, y algunos son preferibles, pero existen muchos futuros posibles. El pensamiento de futuro busca mapear cuáles son estos distintos mundos que podrían suceder, para comprender qué impactos tendrían en nuestras vidas.

“El diseño de prototipos de ciencia ficción permite imaginar y explorar de forma crítica las posibilidades del futuro a través de objetos tangibles. Disparan conversaciones en la sociedad o en equipos de trabajo. Nos acercan el futuro”, explicó Argerich desde su experiencia en la disciplina.

Anab Jain, una futurista de origen indio durante su charla TED, llamada “Por qué necesitamos imaginar diferentes futuros” brindó un ejemplo en el cual el Gobierno de Emiratos Árabes le pidió que diseñaran una estrategia nacional de uso de la energía para el año 2050. Imaginaron un escenario en el cual solamente se utilizara transporte público para reducir las emisiones de carbono, y uno de los miembros del gobierno se negaba frente a la idea de que su hijo dejara de usar el auto. Para hacerlos entrar en razón, crearon en laboratorio una muestra de cómo será el aire que respiramos en el año 2030 si nuestro comportamiento continúa igual que en la actualidad, e invitaron a los integrantes del equipo a respirarlo durante un momento para que puedan vivenciar en primera persona cómo se sentiría vivir en un mundo así. Si bien ya habían sido presentados informes basados en datos al respecto, esta experiencia fue aquello que permitió generar el impacto deseado, y finalmente se logró que el Gobierno decidiera invertir millones en energías renovables.

El objetivo final de los ejercicios de pensamiento futuro radica en detectar en cuál de estos escenarios nos gustaría despertarnos algún día, y definirlo como un objetivo, como nuestra visión. A partir de ahí buscaremos definir la estrategia de acción para trabajar en convertir nuestro futuro en uno que se asemeje a aquel que deseamos.

“Si entendemos que estamos frente a un horizonte de posibilidades que se va tejiendo con nuestras acciones colectivas, todos nos volvemos responsables de nuestros potenciales futuros alternativos. Nos permite co-crear futuros colectivos”, concluyó Guillermina Argerich.

Como sostiene Peter Drucker, reconocido profesor de innovación, “la mejor manera de predecir el futuro es creándolo”. Se trata de tomar un rol activo en el diseño y creación de nuestro mundo futuro para transformarlo en el lugar que queremos habitar.

(*) Greta Gawianski es Licenciada en Comunicación por la Universidad de San Andrés, con experiencia en consultoría de innovación.

Nota publicada en Infobae


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