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Restaurar el Delta con nativas: reconciliar producción y conservación
Por Sebastián Tamashiro
Un proyecto interinstitucional ya plantó más de 600 ejemplares de 22 especies nativas diferentes en casi 5 hectáreas del Delta del Paraná. Buscan incorporar los múltiples beneficios de la biodiversidad a las forestaciones y a la ganadería de la zona.
En general, nos llegan noticias de desmontes y de pérdida de biodiversidad a lo largo y ancho del país. Escuchar sobre la restauración de ecosistemas es poco frecuente, sobre todo en ámbitos productivos. Un proyecto de la UBA, el INTA, productores forestales y ganaderos, y de otras organizaciones ya incorporó más de 600 plantas de 22 especies nativas diferentes en casi 5 ha del Delta del Paraná.
Además, el equipo analiza la biodiversidad en las áreas restauradas y en los distintos ambientes productivos de la zona. Quieren integrar la conservación en paisajes forestales, aprovechar sus beneficios y convertirse en un modelo de colaboración entre diferentes sectores.
“La idea del proyecto es avanzar hacia modelos de gestión forestal más sostenibles, resilientes y compatibles con la conservación de la diversidad biológica”, afirmó Esteban Borodowski, docente de Dasonomía en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
Como parte del trabajo interinstitucional, instalaron 7 módulos de restauración de 60 m² en campos forestales, ganaderos y silvopastoriles y plantaron más de 400 individuos de 22 especies nativas diferentes de árboles, arbustos, lianas y pastos. Además, en otras 4,5 ha plantaron más de 200 árboles nativos.
“Queremos evaluar su crecimiento y supervivencia. Nuestros resultados provisorios muestran que el tarumá, el ceibo, la anacahuita y el canelón verde funcionan muy bien y al timbó, al palo amarillo y al ceibillo les está costando más”, agregó el docente universitario quien también es el coordinador del Grupo de Estudio y Trabajo en Gestión Forestal Sostenible de la FAUBA.
Además, registraron las especies que colonizan de forma espontánea los sectores restaurados. “Las primeras en aparecer suelen ser herbáceas nativas. Por eso, es clave plantar arbóreas. Estos datos son importantes para ajustar las estrategias de restauración y mejorar su efectividad a futuro”.
Más monte blanco para un Delta más verde
Borodowski profundizó en los numerosos aportes del monte blanco: “Es hábitat de animales que contribuyen a los sistemas forestales y ganaderos del Delta. Algunos polinizan cultivos y aumentan rindes, y otros se alimentan de plagas y ayudan a la sanidad de los cultivos. Este bosque nativo también funciona como corredor biológico entre áreas protegidas y zonas productivas, y representa una reserva de recursos genéticos y medicinales”.
Y agregó: “Reduce la erosión de la costa y mejora la calidad del agua. Aporta a la resiliencia de las forestaciones. Conservar este bosque nativo posibilita acceder a mercados de carbono, a certificaciones de gestión forestal sostenible y a otros incentivos por buenas prácticas. Por último, pero no menos importante, forma parte de la identidad cultural y paisajística del Delta. Es clave para su turismo”.
Trabajo en equipo
Esteban resaltó que ya lograron consolidar una red de cooperación entre instituciones técnicas, ambientales y productivas. “La integramos la FAUBA, el INTA Delta, la Fundación Humedales, la Fundación Germinar y empresas y productores forestales y ganaderos del Delta. La colaboración nos permite definir líneas de acción conjuntas, aprovechar las experiencias que trae cada organización y fortalecer una visión regional sobre la restauración y el manejo sustentable del territorio”.
Y a modo de cierre, el docente añadió que a futuro van a estudiar los servicios ecosistémicos que brindan diferentes ambientes del Delta —como la captura de carbono y la regulación hídrica— y que en la FAUBA van a seguir impulsando actividades de investigación, docencia y vinculación orientadas a fortalecer la gestión forestal sostenible.
Fuente: Sobre la Tierra

