ENTREVISTAS

Sobre cómo se des-funda una escuela: adiós al Colegio San Fernando

Sobre cómo se des-funda una escuela: adiós al Colegio San Fernando

Por Sabrina García y Manuela Herrera

El Colegio San Fernando – cuya fachada fue declarada patrimonio histórico, arquitecto y cultural de nuestra ciudad en 1997, situado en Constitución 1337- cierra sus puertas a poco de cumplir setenta años. La hija “mayor” (las comillas cobrarán sentido más adelante) de sus fundadores, Susana Notti, compartió con San Fernando Nuestro sensaciones, historia, anécdotas.

Si esto fuera una crónica sobre cómo se fundó el Colegio San Fernando podría arrancar más o menos así:

La llovizna. Las nubes. El primer día de abril. La emoción incontenible de una de sus dueñas. La salida al rescate del otro dueño para decir palabras -todas las palabras, precisas las palabras- que justamente hablen de emoción. En ese mismo lugar donde durante tres años había funcionado la Escuela Normal Mixta de San Fernando “José Gervasio Artigas”, algo nuevo. Ahora, desde el primero de abril de 1954, empezaría a funcionar el Colegio San Fernando. “Otra vez vieja Escuela abres tus puertas…” fue el comienzo del discurso. En ese momento todo hablaba de comienzos.

Pero acá no. Acá la nota empieza con lo que termina.

Para contarlo todo está Susana Notti, hija de Ricardo Notti y Susana Bermúdez de Notti, fundadores del Colegio San Fernando. Dice que es la segunda y no la mayor porque el Colegio San Fernando fue el primer hijo de sus padres. Habla de ellos. Dice lo siguiente:

Colegio San Fernando- Mamá cursó acá su secundario. Regresó como maestra normal nacional. Trabajó como maestra en la Escuela Normal de San Fernando; ya se habían mudado ellos a donde están ahora porque este edificio les quedó chico y se cerró por 5 años, más o menos. Mi mamá tenía el sueño de fundar su escuela. Y con mi papá, cuando eran novios -ella 23, él 26-, alquilaron el predio para fundar el colegio. Mi papá se hizo cargo de la parte administrativa y legal, mi mamá era la docente.

La palabra mamá se repite en los labios de Susana -esta otra Susana, su tocaya, su hija- con regularidad. Mamá, que perfectamente podría definirse como la columna vertebral sobre la cual tomó forma la escuela.

– Mi padre acompañó, pero el alma máter de la escuela era mamá. En los años ’45, ’50 ella era maestra particular en Tigre de familias muy acaudaladas que tenían sus quintas ahí. Por eso ya tenía como una base de alumnos que ni bien se enteraron que abría una escuela, la siguieron. Mamá murió muy joven, a los 55. Yo tenía 23, justo la misma edad que ella cuando fundó el colegio, y tuve que tomar la posta, la dirección a cargo. Pasó una vida para mí. Hay tres generaciones acá: hubo nietos de exalumnos concurriendo al colegio.

Desliza una serie de datos: fue el primer colegio laico de San Fernando, siempre se llamó Colegio San Fernando, primero arrancaron con jardín -preescolar- y primario, los cursos siempre fueron pequeños.

¿Cómo estaba conformado el colegio? ¿Tenía muchos estudiantes?

– Cuando más alumnos tuvo fueron quizás 450. Nunca fue un colegio masivo. Siempre mamá, de alguna manera, destacaba la importancia de conocer suficientemente la persona de cada alumno. Así que el colegio tuvo esa impronta: fue un colegio de mucha contención, muy cálido, muy del afecto y de llegar a cada chico. El colegio estaba conformado por una clase media. En una época teníamos mucha subvención. Después, en tiempos del gobierno de Cafiero -presidencia de Menem- renunciamos a casi toda la subvención porque nos había pedido el gobierno que cediéramos la subvención en los colegios que estaban más o menos bien para que ayudara a otros. Después vinieron algunas debacles económicas y crisis. Con el diario del lunes, no fue buena decisión ceder la subvención: nos quedamos como mal posicionados porque el colegio es un colegio que para poder solventar sus gastos tiene que tener o una cuota muy alta o muchos chicos.

Colegio San Fernando¿Cómo se llegó a tener que cerrar el colegio?

– La cantidad de alumnos se venía reduciendo: vueltos de la pandemia los números de nuestros cursos no eran ni de 15 alumnos. Hasta el año pasado la dirección de escuelas acompañó dándonos la excepción al mínimo todos los años. El 21 de diciembre del año pasado la dirección de escuelas nos dijo: “El año que viene no hay excepción al mínimo”. Así que a todos los que se habían matriculado tuve que llamarlos uno por uno y comunicarles que el colegio no podía abrir porque no alcanzábamos el número. Muchas lágrimas, mucho abrazo y mucho acompañamiento para que todas las familias lograran reubicar a sus hijos en otras escuelas. Y desvincular a todo el personal en diciembre. Nosotros devolvimos hasta la última matrícula, con lo cual nos quedamos sin reserva de verano. Ya veníamos con atrasos, pero el personal siempre fue incondicional acompañando. No paramos de dar las gracias. Ahora estamos en situación de showroom, vendiendo todo para poder pagar. Y hay una luz de esperanza porque algunos exalumnos se van enterando y quisieran -ya no para este año porque las clases arrancan en dos semanas y ya todos los chicos están reubicados-, pero quisieran hacer el intento de reabrir el colegio. Sería una pena que una escuela que es patrimonio histórico devenga en una torre.

¿Qué significa para vos estar cerrando?

– Trato de ponerme como en un eje de filosofía oriental y pensar que hay que agradecer y celebrar lo vivido. Estuve casi 40 años al frente. Me fui pasando de posición: fui recepcionista, fui maestra jardinera, fui directora de jardín, fui directora general cuando mamá murió. Es muy movilizante, pero a veces es preferible cerrar dignamente y de pie que pasar algo tan querido a gente que no está a la altura. Igual, hay mucha gente que podría estar a la altura así que yo deseo y espero que a partir de todo esto que se va socializando y conociendo aparezca la solución para una reapertura para el 2025. Que lo van a extrañar me lo dicen las familias. Siempre tuvo esta calidez, por eso quiero compartir esto, que es un pensamiento de mi madre pero que fue como lo que marcó el espíritu del colegio: WhatsApp Image 2024-02-16 at 19.17.30 (2)“Mientras haya jóvenes que se permitan descubrir la sensibilidad de otros y en ella consustanciar la propia, que se atrevan a expresar gratitud, cuyo afecto se note por su intensidad, mientras encuentre jóvenes con pasión para la sonrisa, para el canto y el deleite de compartir momentos seguiremos diciéndonos al señalarlos: he aquí nuestra más hermosa respuesta”.

En estos últimos días, entre las ventas de las cosas de la escuela, movieron una casita que se encontraba fija en el patio del recreo hacía unos veinte años. Encontraron artículos variados testimoniando el paso de generaciones de alumnos, como monedas de distintas épocas y bolitas de vidrio. “Bolitas de vidrio, como síntesis del juego y la presencia de los chicos”, dice Susana. Lo dice con ojos tan brillantes como dos bolitas de vidrio.

Las mariposas sobrevuelan el patio, un gato encontró cobijo en un juego de jardín y pájaro anidó entre los cables. El jardín verde por la parra, la misma que su hermano (falleció en 2001) dibujó para el libro que su padre, Ricardo Notti escribiera bajo el título ‘Colegio San Fernando. Memoria de Vida’. Allí se encuentran generaciones de sanfernandinos que pasaron por esas aulas, el himno del colegio, historias de una ciudad.

Estas tardes en donde Susana se fue despidiendo de su “segunda casa” más de una vez la puerta se le trabó “como si este lugar no me dejara salir”, suelta y sueña que si se reabría nuevamente la institución educativa emblema de nuestra ciudad utilizaría las mismas que escribió su madre y le puso voz su padre: “Otra vez, vieja Escuela abres tus puertas”.

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Nota al pie de página

En una de sus paredes cuelga una pintura que data la histórica de la escuela en una ciudad naciente. La fachada histórica, la vieja pizzería de la esquina. El cuadro fue pintado por uno de sus ex alumnos, el pintor Jorge Meijide pero lo destacado de ello es que no lo hizo siendo pintor sino alumno.

“Todas las tardes se ponía en la puerta de la escuela a pintar. Este fue su regalo para cuando se cumplieron 10 años”, la pintura está firmada con Jorge ’64 (el año del décimo aniversario de la institución).

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